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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

viernes, 22 de julio de 2011

Cambios


Ser extranjera en tu propio espacio.
Mutar, mudarse, deambular.

 No pertenecer.

Curiosear en mundos ajenos,
decodificar sus internas
adivinar por dónde viene la cosa
y salir cuando se torna aburrido.

Desacralizar los templos cotidianos,
banalizar las grandes verdades,
crear tu propia aventura,
tejer y destejer mitos,
desrutinizar el minuto,
romper el silencio,
sostener nuevas teorías,  

y hasta cambiar de peinado,
me mantiene viva.  

miércoles, 20 de julio de 2011

La amistad apacigua ¡?

Tengo problemas con el tira y empuje de las puertas.
Con el botón del ascensor: se indica hacia donde voy o desde donde estoy ?
Con los bidés de los hoteles
Con el hardware y el software.
Con estacionar a mitad de cuadra. 
Con estacionar, en general.
Con pedir turno para cualquier cosa.
Con los cajeros automáticos .
Con depositar y transferir.
Con todos los trámites.
Con ahorrar tiempo.
Con reclamar lo que me corresponde.
Con decir no.
Con no creer. 
Con pisar tierra.
Con la culpa. 
Con la seriedad.
 
Con el frío. 
Con los calores. 
Con la edad. 
 
Pero cuando estoy con amigas
los problemas son chistes que nos hacen reír hasta el cansancio

domingo, 17 de julio de 2011

Abrir el grifo y dejar que chorreen

Galería de Mujeres desacatadas
A veces intento deshacerme, pero ni bien me acerco a las mujeres, soy tomada por ellas.
No les alcanza con haber sido presentadas en la red.
Tienen hambre de más.
Y piden y piden encontrar al resto.
Saben que son más y esperaron tanto tiempo para salir.
Un embarazo de años y años aburridas dentro de mi cabeza, que se debatía entre la negación y la incertidumbre. 
Hartas de escucharme decir que no servía para interpretarlas.
Que los lápices habían sido parte de mi frustrada etapa escolar.
Que me habían dicho en la escuela que era mediocre para ese arte, sólo de unos pocos.
Cansadas hasta el hartazgo de mi obsesión  por las citas de autor. Enseñando una y otra vez a mis alumnas a “citar a pie de página”:

Apellidodelautorcomanombreparéntesisañodeedicióncerrarparéntesistítulodelcapítuloentrecomillaspuntotítulodellibroennegritaocursivanuncaentrecomillaslugardeediciónciudadnuncapaíseditorialpágina

Y siempre había alguien para decir algo más interesante que yo.
Y siempre había alguien que tenía metáforas superiores.
Y siempre había alguien que pintaba para hacerte saltar las lágrimas.

Y una vez que abrí el grifo a las mujeres, comenzaron a gotear primero y a chorrear después buscando un continente.
Deseando no ser malgastadas y que alguien bondadoso comparta la bebida con otros sedientos de ellas.
Porque saben que siempre hay un roto para un descosido.
Y entre ellas discuten, se ríen y lloran.
Se divierten obligándome a transgredir cada día, un poco más.
Se deforman para provocarme.
A veces quieren ser burdas, otras sofisticadas.
Pero no me dejan tirarlas una vez que nacen y me clavan la mirada.
Me imploran, me exigen y se me meten en mis sueños para indicarme cuál debe ser la próxima.

Despiertan recuerdos,
abren heridas,
pero también reparan.
De alguna manera, reparan.
Por eso, ellas: