Vistas de página en total

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

domingo, 18 de diciembre de 2011

CADA JUEVES, DETRÁS DE LA NARIZ


Llegan las vacaciones. Cada jueves, a las diez.
Veinte minutos de línea D y ocho cuadras caminando.
Me recibe la morocha status cinco, con su misma cara.
Espero pacientemente hasta que se le ocurra hacer algo conmigo, como abrirme la puerta o atenderme, aunque no se le escape una sonrisa.

Cada jueves.

Me cambio y una invasión de rulos me invita a conocer mi cuerpo y el de los demás.
Una  música de fondo, hecha toda de suspiros comienza a crecer poco a poco hasta ser gritos que, en instantes, nos llevan a la risa.

Con el motor encendido, el pandero conduce un viaje a dos voces.

Y soy Zero. Hablo francés, italiano, chino y cordobés.
Soy espía rusa y logro asaltar un banco con todo éxito junto a mi grupo de secuaces.
Bailo flamenco acuático, tango rapeado y mezcla de rock con danza árabe.
Recito  poesía, canto ópera y dirijo una orquesta de animales.
Sirvo el café en una reunión de consorcio.
Trabajo en publicidad haciendo singles.
Gano castings de modelo y  de actriz.
Desarrollo discursos políticos de alta gama.

Me codeo con seres inéditos, insólitos, inesperados, intrépidos e inestables.

Una Yeta golpeadora de Coquitos, aunque justiciera y solidaria.
Una Gran Pulpa desorbitada, con esos ojos celestes que te penetran hasta el ombligo. Y que me asusta. Mucho. Siempre. Jamás le diría Pulpita.
Una Kerusa Asecas que me recuerda que el rock nunca morirá. Veo la moto entre sus piernas.
Una Bachata Batata, con la boca llena de chistes. Uno tras otro. Imparable, caótica, presente, aún cuando no está.
No podría faltar jamás una Carpeta, por si te dan ganas de decir piropos. Nadie como ella para recibirlos y retorcerse con risitas entre ingenuas e insaciables para que no dejes de hacerlo. Cada jueves.
Una Ortuza, encanto de acento español que aún no sé bien si es ángel o demonio. Sospecho que el novio se ha escondido para no ser encontrado, jamás.
La presencia de Calórica es un terremoto de energía que nos deja a todos pidiendo siempre más. Por favor. Es adictiva.
Una panza enorme que nos trae a Roberta Chekas, cada jueves, para delirarnos con su arte. Palabras mayores.
¿Y mi memoria?, ¿Qué pasó con mi memoría? Chechu y Victoria, ¿hicieron el cohete?
Chechu, chinchuda, chiquita, chistosa, chispa. Me pone chocha verla. Cada vez. .
Victoria trenzas largas. Me inclino hacia su autoridad que podría esclavizarme hasta el hartazgo. En forma ininterrumpida.
Otra vez la memoria. Cristina sí hizo el cohete. Pero su nombre no fue dicho muchas veces. Mezcla extraña de pechito valiente y barra brava, que se atreve a todo con sus dotes de actriz.
Ermina se toca. Cada jueves, un poco más. Sin palabras. No imagino dónde terminará tanto desparpajo.
Unos hombres apetitosos y galanes.  Curly, devenido en Curry  por la gracia de sus propias inclinaciones. Espero no caer nunca entre sus redes.
Y el urock Mackenzie, sexy, desorbitado, gigante y niño. Ciento por ciento, visibilidad.
Todo un Curso que enoja a Lara Border, rompiendo la fauna de su selva. (Espero no olvidarme de comprar un animalito para poner en sus zapatos el día de reyes)
  
Sospecho que el encuentro con estos seres es producto de ese pandero que no deja de sonar. Cada  jueves. Con esas “dos provocadoras” (Maby-Poli; Poli-Maby) que siempre nos están arengando en vacaciones.
Insaciables.
No paran de pedir, de exigir, de retar, de provocar.
Yo me pregunto, hasta cuándo tanta irreverencia. (hasta siempre, por favor).

Llega la una de la tarde. Vuelvo a ser Silvia y salgo acalorada hacia el  Ministerio, en donde me espera la Ley de Educación.  Me voy preguntando bajito, cada jueves, ¿qué fue lo que hice?, ¿cómo me atreví? Juro no volver a hacer nunca más otro papelón semejante.
Pero….si la Ley de Educación dice que “el juego es un contenido de alto valor cultural y a través de él, se aprende”, ¿por qué yo, no?
Y mientras subo las escaleras de Pizzurno, van quedando resabios de payasos en mi alma. Y entro a la oficina irradiando alegría, pasión, confianza, energía.
Ganas de vivir. Sobre todo, muchas ganas de vivir.
Y sólo espero a que sea jueves.
Quiero vivir en jueves.
Quiero ser jueves.
Una y otra vez. Así, hasta la eternidad.

Gracias a todos. Los amo.