Vistas de página en total

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

sábado, 25 de junio de 2011

REINA

Estoy bien. Divina.
Me lo repito hasta el cansancio.
Necesito creerlo y así seguir un día más.
Y después otro.
Aunque cada mañana el Espejo traidor diga lo contrario.
Insolente, despreciativo.
¡Qué  derecho hay a ser tan impiadoso en la hora más vulnerable del día!
A interceptarte sin aviso. Así, de sopetón.
Cada vez que lo miro escucho el tic – tac de su reloj haciéndome burla.
Igual, estoy siendo injusta con él.
En realidad, lo prefiero antes que a otros.
A los  de la peluquería, por ejemplo, que casi no pueden sostenerse en las paredes,  porque ni bien te sentás en la butaca se confabulan con las luces y te hacen notar cada una de tus imperfecciones, que siempre mutan, se reinventan.
Y vos seguís siendo una chica como las que te rodean y se están peinando para salir de noche. Blancas Nieves que ni se enteran que alguna vez, vos también eras amiga del Espejo.
Pero lo que nunca le voy a dar, aunque lo pida de rodillas, es la indignidad del bisturí.
Las anestesias, los dolores, los sedantes, el reposo, la hinchazón, la espera, la falsa ilusión de la juventud.
Por eso cada mañana sostengo la pelea cuerpo a cuerpo. Y muchas veces él termina convencido de que estoy bien.
Divina.
Y así paso un día.
Y después otro.

viernes, 24 de junio de 2011

MUJERES

Mujeres. Tan universal, tan común, tan nombrado
Mujeres. Con la M de misterio, pero también de madre, de matrimonio, de mina, de muchas.
 La humanidad lleva siglos escribiendo y hablando acerca de las mujeres.
 ¿Qué se puede escribir que ya no se haya dicho, desde el humor o la tragedia, por mencionar un contraste, aunque más no sea?
 Todo. Se puede decir todo, aún.
Y no alcanzaría para comprender.
Y cuando uno no alcanza a comprender debe seguir hablando y hablando.
¿Cuántas voces puede tener una mujer?, ¿la de su madre, de su padre, de sus abuelos?, ¿la de su hermanos mayores, sus tíos solteros, su maestros?; ¿la de los personajes que más ha amado u odiado en su infancia?; ¿las de las novelas, las historietas o la misma realidad?; ¿la de las vecinas de su infancia, las amigas de su madre, las que embobaban a su padre?
Esas y más. No hay números cuando hablamos de mujeres. Porque los números son cárceles, casilleros que nos hacen predecibles. Y de esa manera podría estimarse que cuando llora una mujer lo hace por esta, o esta o esta razón.
1-¿Llora porque está triste?
2 - ¿Llora porque está alegre?
3 - ¿Llora porque se siente impotente?
Sin duda que no podríamos ajustarnos a los números. Porque cuando llora una mujer, o cuando ríe, o cuando se enoja, estallan los motivos y aparecen como borbotones que siempre nos sorprenden.  Se cruzan, se entremezclan. Se dicen y contradicen.  Y si el llanto salió por algún motivo inmerecido, una vez que se abrió siempre hay otros motivos que pueden acompañarlo. Jamás derrochamos una lágrima sin un motivo, aunque no sea propio.
En realidad nunca he escrito sobre las mujeres intentando definir o teorizar, nada. Porque es un terreno peligroso, en donde cualquier concepto es factible de ser estrangulado en manos de las propias mujeres que, por identificación y oposición, se sientan agraviadas o demasiado expuestas, quizás.
No me gustan las tesis sobre las mujeres. No me gustan las tesis, en general. Porque siempre hacen foco en algo muy preciso. Y mujeres es un recorte planetario. Cósmico, si se quiere.  
Por eso las pinto. Pinto mujeres. Y cuando aparecen los ojos, con esa magia que nos da el lápiz; en ese preciso instante, comienzan a decirme algo. Eso me ayuda a comprender un poco más. Luego se presentan y me dicen su nombre. Y no puedo evitar mirarlas una y otra vez prometiéndoles vida. No abandonarlas.
 Las teorías acerca de las mujeres siempre han sido y serán incompletas, por más que las ciencias avancen y nos metan chips en la cabeza y nos observen atentamente con las mejores nano-tecnologías.
Lo que hace un poco más comprensible, alcanzable y palpable a una mujer, son sus narrativas. Son aquellas cosas que dice acerca de los temas más triviales de la vida. Es en  un comentario, una apreciación, una certeza, una pregunta, un pedido, que podemos encontrar alguna llave posible para entrar al fascinante mundo de las mujeres.
Por eso, ¿cuántas mujeres nos habitan?
No es una pregunta que se pueda responder con números.
No es una pregunta que se pueda responder.
No es una pregunta.
No es una.
No es.
No.


martes, 21 de junio de 2011

I' RITA


Lo miré, como diciéndole que me jodía lo que me estaba diciendo. Pero, en realidad sé que tenía razón. Lo que pasa es que si cedo, después me lo tengo que bancar con el cantito de  que siempre tiene la razón.
Él me miró, como diciéndome que sabe que yo no me la creo, pero en realidad seguro que se sentía un hincha pelotas por decirme siempre lo mismo, así que se calló.
Después le ofrecí unos mates, como dejando claro que ahí se terminaba el tema, que ya está. Y él me dijo que no tenía ganas, que tenía acidez. Pero en realidad, sé que mi mirada lo había enculado y no podía dejar de pensar.
Después se hizo un té, como dándome a entender que es mejor dividir las aguas y cada uno con la suya. Entonces yo le  ofrecí una hojitas de cedrón que tenía secas en la mesada de la cocina, porque ya me estaban jodiendo ahí arriba desde hace días. Y de paso para apaciguarlo.
Él no aceptó, como quien te dice que no necesita un té calmante o sedante y me dijo que,  igual, gracias.  Pero un gracias que sonaba como un “déjame de joder”.
Y se fue a ver la tele con un té común. Sin mirarme, como expresando cierta distancia entre los dos. La forma de sentarse era la de quien se dispone a ver la nada y dejar el piloto automático.
Puso un programa neutro, de esos de actualidad, en el que coincidimos, como para no seguir con la hostilidad que se respiraba. Sabía que si hubiera puesto futbol la cosa iba a empeorar. Así que le insistí con los últimos mates y me dijo que sí, como para sacarme de encima.
Entonces me fui a la cama, para dejarle claro que me daba cuenta que quería estar solo. Al rato llegó al cuarto y se metió en la cama sin ropa. Yo estaba bien de mi lado, como para no tocarle ni los pies. Pero se ve que él estaba decidido a arremeter con todo. Así que le dije bien claro:
-¿qué te pasa?, ¿y ahora te acercás?
Y no puedo creer lo que me contestó:
- y….yo muchas ganas no tengo, pero como te me estuviste insinuando desde que llegué, sabés que para eso, soy un soldado.
 Por la cara que puso cuando terminamos creo que estaba pensando en otra. Yo pegué unos gritos de placer inigualables, pero en realidad, no podía dejar de pensar todo el tiempo por qué me despreció las hojitas de cedrón que le había ofrecido.
Ahora está roncando. Y eso es literal. Reflexión: cero.

LA NORMA


¿Todavía no pediste turno al dentista?
¿ Cómo que para qué?, para hacerte un control, para qué va a ser. Es así y punto.
 A esas cosas no hay que darle vueltas porque después vienen los dolores a la madrugada. Yo ya sé cómo es eso. La que termina sin dormir soy yo.
 Llamá por teléfono y después vas  a comprar unas salchichas para la noche.
 Y pan de panchos.
¿Cómo que a dónde? A  la granja que las vende sueltas y ahumadas.
Ni se te ocurra ir al supermercado de acá la vuelta.
Y antes de salir del baño, secá bien el piso y los azulejos para que no se percudan.
Si te cambiás en el cuarto, usá los patines, que siempre dejás el piso marcado de talco.
 Y cerrá la puerta del placar.
¿Vas a salir así? Esa camisa no te pega para nada con el pantalón.
Ponete esto, ¡mirá qué diferencia!
¿Vas con los chicos a comprar las salchichas?, llevalos, así se entretienen un poco, que yo tengo mucho que hacer  y me están volviendo loca……………
.......................................................................................................
......................................................................................................
¿Vas o no vas?...ah…porque te quedás mirando el televisor…y a esa película ya la viste más de mil veces; además, son puros efectos. Contenido, cero…………………
Ahhh…tomá, de paso sacá la basura cuando salís.
Y si te acordás, traete una mostaza. Andá… que suena el teléfonooooooo.

¡Holaa!  ¿cómo estás? ….yo, agotada. Acá…protestando, como siempre.  Es que en donde bajás un poco la guardia, te dejan la casa hecha un desastre.
Hay cosas que son del sentido común, pero los hombres tienen una especial habilidad para no usarlo. 

Te dejo porque el baño debe haber quedado hecho un desastre.
¡Mirá, la pileta llena de pelos!
¿Dónde habrá metido la tapita del dentífrico?

…espero que me traiga chocolate con almendras.
Sabe cómo me gusta.  Y también sabe que no me gusta pedirlo…¡que me encantan las sorpresas!



lunes, 20 de junio de 2011

ROSI


  En homenaje a esa ingenua romántica que llevamos dentro. 
Todas . ¿O casi todas?

Esa noche cenamos riñoncitos al vino blanco.
Él ya no lo recuerda, pero no importa. Yo sí, aunque pasaron veintisiete años. 
Hablamos de la pareja, de nuestro matrimonio reciente.
Y de nuestra edad.
De la preocupación de mis veintiocho años (y sus veintiséis) ¡y aún, sin tener hijos! 
Fue la noche más romántica de mi vida.
El antes y el después del que siempre se habla en todas las conversaciones importantes. 
Y en las películas.
La vez en la que tomamos la importante decisión de ser padres, de comenzar a ser tan imprescindibles como vulnerables, aunque no lo sabíamos, claro.
Fue un momento resolutivo y contundente  en un entorno de dulzura  y entrega que sólo los riñoncitos  al vino blanco podían acompañar.
Si bien era un restaurante medio pelo, grande y un poco frío, era el que podíamos pagar. Y no nos importaba ni el barrio en el que se encontraba, ni la calidad de la comida, ni la atención de los mozos, aburridos  y esperando que nos fuéramos para cerrar.
No teníamos un presente cómodo, es cierto. Pero sí un futuro eterno y promisorio. Y como los hijos siempre llegan con un pan bajo el brazo….
Jamás voy a olvidar cuando, sobre el final de la conversacion,  le pregunté, como para ir concluyendo:
-Entonces, ¿me saco el Diu? (dispositivo intra uterino)
Y él, mirándome a los ojos (creo) me contestó:  
 - Ma…sí….sacátelo!!!
¡Ma…sí…sa…cá….te…lo!!! Todavía me suena como una canción: masisacátelo, masi sacáte lo, maaaasiiiiisa…cáaaatelo…..
Pura poesía en sus labios. Y de las buenas. Maaa....siiiii...sacátelo....ritmo, melodía, amor....
¡Cómo podría vivir sin él!