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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

sábado, 9 de abril de 2011

LA MENTE EN BLANCO

Intentás poner la mente en blanco y para eso utilizás los números de uno en uno, de diez en diez hasta que te perdés en alguna imagen que te invade a pesar de tus esfuerzos por contar.
Entonces, en vez de números, pensás en ovejas que saltan una y otra vez aquella verja que te enseñaron de niña. Aceptás la imagen con tal de que las ovejas salten rítmicamente al uno, dos, tres, cuatro. Pero de pronto una de las ovejas es de otro color, otra se tropieza y cae en el barro, otra se transforma en lobo y se ríe como hiena a carcajadas. Y te das cuenta de que tu mente está repleta de colores y el blanco es tan sólo una ilusión y no podrás lograrlo.
Dada la imposibilidad, pensás en sostener una imagen tranquila y agradable y te imaginás flotando en el mar en un día de sol. Y te aferrás a esa imagen lo más que podés, pero de pronto, el sol te quema la piel rabiosamente y la colchoneta se pincha y te comenzás a ahogar.
Intentás reponer la imagen, pero se te filtra la cuenta de gas que no recordás si pagaste y la contadora a la que no fuiste y que no entregaste el informe que te pidieron hoy a la mañana y que tal vez la felicidad que tenés se vea amenazada por alguna desgracia y que puedas quedarte sin trabajo y que el mundo pueda entrar en guerra y la tierra comience a temblar. Y te tranquiliza saber que ya todo está perdido. Y respirás profundo y te quedás dormida.

viernes, 8 de abril de 2011

Quiero ver, quiero ser, quiero entrar



Era una casa vieja que ni se adivinaba desde la vereda. Su pasillo largo y finito hasta el punto de ir contra las medidas reglamentarias estaba repleto de plantas, árboles y enredaderas que hacían que de a tramos hubiera que caminar torcido para llegar, por fin, hasta la puerta. Quizás por eso, nunca se usaban llaves y los que nos conocían entraban por la ventana o, en caso de que la categoría de “conocidos” no fuera tan cercana, tiraban una piedrita al vidrio de la habitación del primer piso, dado que tampoco había timbre.
De muchas habitaciones contiguas que se comunicaban a través de puertas siempre abiertas; de un patio al que se podía salir desde cualquier sector; y con muchas escaleras que, en cada habitación prometían privacidad, la casa era el refugio que habíamos elegido para vivir un largo tiempo y al que soñábamos convertir alguna vez, en algo como ¿dios manda?
Una mañana de domingo, desprolija, repleta de críos que correteaban por ahí sin importarles los proyectos de una casa mejor, ni mis humores de tener que buscar la vajilla en cajas apoyadas en lo que era la base de una futura e incierta mesada, sucedió el milagro.
Mi marido, al verme haciendo malabares en la cocina y adivinando el asomo de un desborde en mi mirada, se dirigió a la habitación de atrás en la que guardábamos muebles quién sabe para qué; y transformó un enorme ropero - ayudado por algunas herramientas, muchísimo ingenio y la misma enorme buena voluntad - en una mesada de cocina, con puertas y cajones, alta como para nosotros y particularmente diferente a cualquier otra que se vendiera en las casas especializadas.
Y en un momento de esa tarde, en la que yo le cebaba unos mates con poca azúcar y mucha culpa, escuché por la radio una canción que desde mis tiempos de soltera, sólo cantaba por dentro. Durante años habían estado prohibidas y aunque ya llevábamos un considerable tiempo en democracia, sería por motivos puramente comerciales que ni se pasaba por la radio, ni se vendía en las disquerías.
Y en el medio de la arquitectura de una vida construida sin instructivos, lloré por los años prohibidos, por los críos que seguían jugando alrededor y por ese hombre que era capaz de hacer cualquier cosa por verme feliz. Mi Cyrano de Bergerac que ataba todo con alambres.

Ensoñaciones

Con las manos en el teclado y la razón en el bolsillo.

Salvajemente bestia de formas y de luces
Entraba enmarañada por las fauces del león
Llevaba calcetines pujantes. Y violines.
Hacía rojas bocas con lápiz de neón.

Mínimamente dulce decía preocupada
Que las estrellas rosas se fueron del colchón
Quedaron nubecitas pegadas en el techo
Lentejuelas que no fueron, antorchas que no son.

Se trata de palabras y redes clandestinas
Que plasman y vomitan con desesperación
Se rizan onduladas en nieblas y tinieblas
Vuelan atormentadas en manos de un gorrión.

jueves, 7 de abril de 2011

Mirada urbana

Cabezas y pies; camperas, gorros y bolsos. Todos subiendo como uno, la marea. Nadie mira, nadie habla, nadie se mueve por sí. Ojos muertos, cuerpos inermes, pies bailando al son de una música interior. Acercamiento lejano de otros cuerpos, muchedumbre solitaria en el hedor. Sin embargo, adivino en esa masa, singulares que piensan en amores y penurias, que tienen hijos, madres, malas sangres, alegrías que piden una cumbia.

miércoles, 6 de abril de 2011

Hoy definimos ojos:


1. Bolitas acuosas que se desactivan al entrar al subte
2. Dispositivos que se utilizan para desarmar mentiras.
3. Joyas que se guardan en cajitas al caer la noche
4. Globos que se desorbitan cuando ruedan las pelotas.
5. Parejas que casi siempre acuerdan en hacer lo mismo.
6. Baldes que aunque se rebalsan siempre siguen llenos.
7. Lanzas que cuando apuntan, no fallan jamás.
8. Par de llaves infalibles para la educación y la crianza.

martes, 5 de abril de 2011

Todos somos artistas

Todos somos artistas.
Cuando tenemos una presión en el pecho a punto de estallar, somos artistas.
Cuando necesitamos decir más cosas a más personas, somos artistas.
Cuando fijamos la mirada en un punto incierto y nuestra imaginación da vida a algo nuevo, somos artistas.
Cuando sentimos, nos conmovemos y necesitamos comunicarlo, somos artistas.
Cuando nuestro cuerpo está inquieto, dubitativo, ansioso, queriendo hacer algo que trascienda, somos artistas.
Sólo que muchos, no lo sabemos.
Y el mercado es un muro. Y los prejuicios, otro. Y los miedos, y la autoestima. Y el qué dirán.
El secreto está en encontrar la herramienta adecuada. Y hasta que ese día llegue, habrá que buscarla denodadamente. Y jugar. Y equivocarse. Y soportar lo feo. Y aceptar la mirada de los otros.

domingo, 3 de abril de 2011

Una mancha más al tigre

Holaaa arruguita!! Bienvenida a mi cara; dejá las cosas por ahí y ponete cómoda. Te presento a tus vecinas: las de los ojos, las de la frente y a tus nuevas compañeras, las de los labios. Mirá, en cuanto lleguen unas más va a quedar listo el acordeón, así que mientras tanto andá practicando las actividades cotidianas; sólo un poco de gimnasia a la hora de los besos y los mates.
No…no tengas miedo, nadie te va a hacer daño; fijate qué bien cuidadas están las demás; nada de laser, ni de botox; mucho menos de bisturí. Pero eso sí, andá habituándote a las humedades de las cremas y muuuy de vez en cuando al barro de las termas de Copahue o al de San Marcos Sierra. Vas a tener que disculparme la falta de rutina en la que vivimos; si sos un poco obsesiva tendrás que acostumbrarte a las irregularidades de mi humor. Algunas veces habré de quererte, como hoy, que recién entrás en mi vida y justo estaba recordando lo que mi hijo mayor dice siempre acerca de “las arrugas de la experiencia”; otras, tendrás que soportar las sequedades climáticas a las que te someteré porque no siempre confío en los tratamientos y cada tanto me cuelgo; sobre todo a la noche, cuando el sueño me empieza a fastidiar y todavía no me decidí a buscar los frascos que te disimulan (perdón…no es que sienta vergüenza de vos, pero…los hombres...¿viste como son?)
Como verás, no tenés que preocuparte por tu lenta desaparición. Vas a conocer algunos productos que te ataquen con todas sus fuerzas, pero no pierdas las esperanzas, no tengo la paciencia suficiente para mantenerlos; ni el dinero, ¡que hay tantas otras cosas en qué gastar! Lo más seguro es que te topes con cremas de esos libritos que te dejan en tu casa; a veces se los compro a alguna compañera de trabajo o a la nieta de la señora que cuida a mi papá y no es que no los use, pero lo cierto es que casi siempre aparecen vencidos en el placard del baño y termino tirándolos a la basura.
Dentro de todo sos una privilegiada, porque desde hace mucho tiempo me empecé a preparar para recibirte. Siempre escuchaba que las de los labios, son las arrugas más difíciles de sacar y paso seguido, también me decía que, a pesar de eso, no iba a dejar de tomar mate, ni de dar besos con ruido; o de pronunciar las “u”, que, aunque no te creas son bastante usuales. Mirá….¿no te digo?…¡usuales!, ahí ya tenés dos.
Ni ahí podría dejar de decir: cuento, mucho, tú, puta, puchero, nunca.
Así que, bienvenida a mi cara arruguita, que hoy me encontraste de buen humor y con la firme intención de no perder mi dignidad