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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

sábado, 9 de julio de 2011

MEJOR ME CALLO



 Si se esperan que diga algo, van muertos.
No les voy a decir que me tienen cansada.
Sencillamente, no voy a abrir la boca.
Ni para comer.
Cuando llegue la hora de la comida, me van a buscar.
Y ¿qué van a encontrar?, nada. Ni a nadie.

Tampoco pienso tocar ni una sola cosa de la que desordenaron.
Y cuando no tengan más ropa para ponerse, me van a buscar.
Y ¿qué van a encontrar?, nada. Ni a nadie.

¡Ni qué hablar cuando él llegue a la cama! Ni pienso abrir la boca.
Y qué ni se le ocurra pedirme el control remoto. Mucho menos, mencionar que quiere ver el partido.

¡Ahí están!, pidiendo comida en un delivery.
Ni se les ocurrió preguntarme si había algo para comer. ¡Se la ven venir!

-No hijo. Yo no quiero nada. No voy a comer. Me voy a tomar un tecito, nomás.

¡Ahí tienen!. Me quedé sin comer.
 Así aprenden la lección. 
Encima justo empezó mi programa favorito.
Pero no lo voy a ver.
Para que aprendan.

Me voy a quedar así sentada, sin hacer nada.
Y cuando vean que no hablo, ya me van a buscar.
¿Y qué van a encontrar?, nada. Ni a nadie.

Ahí están comiendo empanadas. De las que a mí me gustan. Pero no pienso pedir ni una. Encima se ríen, los desgraciados. ¡Y el padre les festeja!
Parece que yo fuera de vidrio.
Me voy a poner delante del televisor y a vas a ver cómo saltan todos a la vez.

Nada. Siguen hablando.
No importa. Algún día se van a dar cuenta de que no hablo y cuando me pregunten qué me pasa, lo van a tener que adivinar.
Para que aprendan.
  



viernes, 8 de julio de 2011

De Silvita a la Señora Silvia





Cuando nací, mi tío Carlitos me bautizó La Rusa, por lo rubiecita, supongo. Sin embargo, el apodo que más tengo presente es el que – a solas – me decía mi mamá: Patito. De todos modos, mi nombre le ganó a esos apodos durante casi toda mi vida. Y me llamaron Silvia, simplemente, descartando los mami y sus derivados que siempre te rodean en los tiempos de crianza. O los  apodos que devienen del espacio íntimo de la pareja, que cambian con las distintas épocas o climas de ese tercero que se arma entre dos.
Pero hace algunos años, fui Silvita. En los tiempos en los que invitamos a los Submarinos a vivir con nosotros para que hagan su disco. Amigos de nuestro hijo mayor que se sumaron a la familia durante un año largo. De pronto fuimos doce, en vez de seis. Aunque los fines de semana se sumaban los que llegaban a visitarlos. Fusión de neuquinos y marplatenses con un hambre intenso por descubrir con la voracidad con la que lo hacen los jóvenes,  los tesoros de este mundo complejo y maravilloso.
Y de pronto me encontré siendo Silvita. No, una más. Tampoco, una menos. Un pulpo con miles de extensiones para alimentar y alimentarse de todos y de cada uno.   
Muchas  veces - cuando volvía de dar clases a las futuras docentes buscando nuevas estrategias para expresar la importancia del arte en la escuela y me desanimaba por no encontrar la pasión que esperaba, me encontraba con una ronda de mate por algún rincón en donde, a la hora que sea, se discutía acerca de cuál es el proceso de creación de los distintos lenguajes artísticos. Me sumaba a esas fogosas discusiones que muchas veces terminaban en gritos que había que apaciguar.
Unos leían Rayuela por ahí, o descubrían junto conmigo a Murakami o a Kundera. Otros, abrumados con Dostoiewski, Sartre y tantos otros que despertaban discusiones  en las que se ensayaba la vida.
Exploraban instrumentos y de pronto aparecía un bajo, un saxo, una trompeta, un acordeón, entre tantos otros. Y tocaban descaradamente, como si hubieran estudiado toda la vida. Y jugaban, jugaban, jugaban.
Y nuevamente yo, con mis tantísimos años de estudio en el piano, me volví a encontrar con ese instrumento desde otro lugar. El de la improvisación. ¡Qué pecado para alguien a quien torturaron los años de su infancia con la perfección de la partitura en mano y el pecado de errarle a una tecla!
Las chicas pululaban por ahí, también buscando un lugar. ¿Hacemos collares, bolsos, pulseras, yoga, contact, telas, circo? Y aparecían los nuevos estereotipos de una generación con un hipismo setentoso, al que sólo le faltaban aquellos ideales por los que tantos fueron desaparecidos. No se hablaba, en general,  de una política más terrenal y concreta,  por todo esto que ya sabemos y que finalmente, hoy,  ha vuelto a florecer.
Pero se buscaba vivir del arte. Se negaban a trabajar dependiendo de otros que los sacaran de su eje. Ese estilo de vida atravesaba las veinticuatro horas del día.
El trabajo es dignidad era una frase que se contraponía a ¿y, el ocio, no lo es?
Entonces, la romántica idealista que siempre hubo en mí se enfrentaba a la sacrificada que laburó desde que tuvo quince años. Y en esos choques , me perdía en una marea que hacía temblar las columnas que me habían sostenido durante años.
Y sacaba fotos. Porque ese presente, para mí, ya era un relato plagado de nostalgias. Ellos no comprendían la importancia de dejar plasmada y quieta una imagen que a mí me servía para alimentar el alma.
Presente y pasado juntos e inseparables me invadieron en ese día a día que siempre sumaba a alguien más.
Nadie comprendió nunca cómo hicimos posible esa experiencia. Mi psicoanalista me increpaba, mis amigos y parientes olfateaban con un dejo de resignación, que algo no estaba bien, ni en mi cabeza, ni en la de mi marido.
No era correcto tener una casa plagada de hippies que dormían y comían a cualquier hora. No era normal llegar a las cuatro de la tarde del trabajo y ver que recién estaban cocinando para el almuerzo que casi siempre, se concretaba a eso de las seis de la tarde.
No era normal, despertarse y que de cualquier puerta saliera alguien medio dormido y te dijera, hola…yo soy amigo de tu hijo.
No era normal levantarse a la mañana y encontrar los sillones y los pasillos de la casa con las colchonetas inflables o las bolsas de dormir siempre ocupadas.
No era normal, pero pasó.
 Y fueron rosas.
Rosas con espinas.
Dulces aromas de una juventud prestada que siempre agradecí por dentro. Pinchazos que me decían que no era normal.

Y así, de repente, todos se fueron yendo.

Y así, de repente, por esas cosas que la vida te ofrece a las cincuenta y pico, tuve que llevar a mi padre a vivir a casa.
 Y casi sin darme cuenta, pasé de ser Silvita a ser La Señora Silvia, para las mujeres que se instalaron en mi casa a cuidar de mi padre, haciéndose dueñas de un espacio que hasta hace poco había sido un centro cultural.
Si. De un centro cultural a un geriátrico.

Quiero contar que hoy, soy Silvia. Hace pocos días he dejado de ser La Señora.
Pasó el tiempo de los jóvenes, que hoy estarán probando la vida por distintos caminos. Mi padre ha ingresado al mundo de los abuelos y los cuidados intensivos que en casa ya no podíamos ofrecerle.
Y yo me encuentro buscando un nuevo apodo.
Pronto estrenaré mi nariz de Clown y tengo que poner un nombre a mi Payaso.
Pero sé que no será Silvita, ni Señora Silvia.
Busco nombre.
Se aceptan sugerencias.



jueves, 7 de julio de 2011

¡Yo ya tengo una vida, señores!


 
Les voy a decir algo.
Y nada de reírse, que no tengo tiempo para esas cuestiones.
Estoy viendo que mi blog no aumenta la cantidad de lecturas diarias como debería.
¡Hay una curva de crecimiento, ¿me entienden?! ¡Una curva de crecimiento que debe ser respetada!
¡Habrase visto! Cada día escribo más cortito para que me lean y son imposibles, ¡imposibles! ¿me entendieron?
Si hasta les pongo imágenes para que sea menos pesado. Mis estrategias didácticas son las que se utilizan para niñitos de dos años. ¡DOS AÑOS!...¿me entendieron?
Siempre con alguna excusa:
“…no sé, a mi mucho no me va eso de los blog, pero si te hace bien…!
“Es que no tuve tiempo…pero muy lindos tus dibujitos”
¡Qué dibujitos, ni dibujitos! ¡Esto  es arte, señores!
Y al arte no se le falta el respeto. ¡Insolentes!
Así que, desde hoy, quiero que CLICKEEN cada vez que cuelgo algo en el blog.
¿O para qué creen que lo hice? ¿para mí? Noooo…yo ya tengo una vida, señores.
Esto es por vocación… O NO LO ENTENDIERON!?
¡Y no se me hagan los distraídos porque yo sé muy bien lo que están pensando!
¿De qué se ríen?

 A ver: pongan CLICKEEN en el diccionario de sus máquinas. Después pongan BLOG. Después pongan ARTE. Y ahí se van a dar cuenta de lo que les estoy hablando. Y sepan que lo hago por su bien.

Ah!!, y aviso las nuevas reglas. Escuchen con atención, o tiro el mouse por los aires, porque ya me cansé:

Hay premio para aquellos que me hacen comentarios en el blog. Escuchen bien: no van a rendir final. Promocionan ….¡síiii! PROMOCIONAN
Los que sólo me hacen comentarios en el Facebook van a rendir final, pero aprueban con cuatro.
Aquellos que sólo ponen ME GUSTA, sepan que es lo mismo que regalarme  la vieja y tradicional manzana…..aunque todavía funciona.
Pero aquellos que me dicen que me leen y no lo hacen….ahhhh….esos sí….cuando me los encuentre y no sepan decirme la lección…APLAZO Y A MARZO…..
Y todo esto, es por su bien. Yo ya tengo una vida, señores.

martes, 5 de julio de 2011

Dale que éramos...



- ¿Dale que estábamos perdidas por el bosque y que venía un oso y nos quería comer?
- No.
- ¿Y que después con este palo, nosotras le aplastábamos la cabeza y resulta que el oso era bueno y nos invitaba a su casa?
 - No.
- ¿Y dale que entonces festejábamos el cumpleaños con todos los osos y nos metíamos en una cueva en la que había todo tipo de exquisiteces?
- No. Basta.
- ¡Pero de las que te gustan a vos!. Porque dale que los osos eran cheff y sabían hacer creme brulee?, ¿dale?
- No. No quiero. Salí.
- ¿Dale que este sillón era una cueva? Mirá si lo damos vuelta. Uahuuuuuuuu!!! ¡Mirá que buena cueva que tengo! ¡Yo tengo una cueva y vos no tenés nada!. ¡Vos no tenés nada!
- Dejá de hacerme burla. Basta.
- Bueno, entonces dale que como vos no querías estar en el cumpleaños,  nos matabas a todos y te quedabas con la creme brulee?
- No. Dije que no.
- Entonces te voy a matar con esta pistola que es recontra grande y que tiene una bala que desde donde tires, va directo al corazón. …perá…perá que ya te la tiro…perá que me meto adentro de la cueva…..perá, perá….no te vayas….no te vayas!!!,,,,

¡Ufa! Se fue.

Es una aburrida.
Siempre queriendo hablar del trabajo.Como si no pasáramos suficiente tiempo en la oficina.
Y de los hijos que ya no nos dan bola y tendrían que estar laburando.
Y del marido que no la entiende.
Y de los amigos del marido, que son unos hincha pelotas que siempre lo llaman para ir a la cancha.
Y de lo cara que está la ropa.
Y de que después nos van a doler todos los huesos. 
Ya está. No la invito más a jugar a mi casa.  


lunes, 4 de julio de 2011

LA MILITANTE

En una época dio la vida por Perón.
 Y esperaba ansiosamente que viniera de España para convertir nuestro país en un lugar para todos los argentinos.
 Iba a todas las marchas. Bueno, a casi todas.
A veces sus padres se lo prohibían y le cerraban la puerta con llave para que no saliera.
Estudiaba Asistente Social y andaba con sus compañeros por los barrios tomando mate en las villas sin ningún pudor.
Sus profesores le habían dicho que no veían con buenos ojos eso de que no les acepten un mate o una caña. Así que no le hacía asco a nada.
Fumaba Particulares sin filtro y usaba poncho.
Aunque de noche sacaba a relucir los pantalones pata de elefante y alguna túnica hindú para romper los boliches con sus amigos de la adolescencia y algunos que habían quedado de la infancia.
En esas ocasiones fumaba Marlboro o alguna que otra cosita que le convidaran.
Cuando vinieron Ellos tuvo que quedarse quietita y rezar para no haber quedado registrada en la agenda de ningún compañero.
Dejó la carrera y se puso a estudiar maestra jardinera.
Se  dedicó a los chicos.
Luego lo que ya se sabe: se casó, tuvo hijos, muchos.

Y ahora, con esta onda K, anda loca por Evita.
Y quiere comprometerse de nuevo con este país. Pero esta vez, en serio.
El otro día fue al Museo Evita y compró cajitas de fósforos con la foto de ella para regalar a sus amigos y parientes.
También compró tarjetas con las distintas caras de Eva y las colocó en la puerta de la heladera. Y arriba les puso unos imanes ranitas que compró en Plaza Serrano, que no tienen mucho que ver, pero sirven para sostenerla.
Ah, también compró unos imanes, que los tiene al costado del microondas con los delivery de la zona.
Después compró una cajita, también retratada…bueno, ya saben con quién.
Y la tiene arriba del mueble con monedas para el colectivo.
O para darles a los pobres, que siempre te andan pidiendo: en el subte, en las esquinas. Ella siempre les da.
Como Evita, aunque la suma sea proporcionalmente menor.
Pero dice que la intención es lo que vale. 
También estudia teatro. Como Evita, claro.
Y dice “Compañeros” y todo.
Y canta la marcha peronista.
Y va a Perón Perón a cenar con los amigos.
Creo que ahora se está por comprar una máquina de coser. Pero para regalar, claro. A alguna señora que cosa para ella.
Y bueno, por supuesto que en Navidad, a nadie le va a faltar un buen Pan Dulce.
Cada amigo va a tener su souvenir.
A ella le gusta estar en todos los detalles.
Y contribuir por un país mejor.
¡Viva la Patria! ¡Compañeros!

domingo, 3 de julio de 2011

Un dec para Dolores


Con estas piedritas completo el dec que me hice en el balcón para estar bien en onda.
Sólo me falta cargar abono para las plantas y después sí: ¡que la gente mire desde la calle cómo disfruto sentada en el silloncito mientras los veo pasar a ellos, que seguro, no tienen un dec!
Aunque mejor, no sé, creo que ni bien llegue, me voy a acostar. Me duele un poco la espalda.
Y…tambieeén, debe ser el ficus que cargué el otro día, esas cinco cuadras. Bueno, mejor dicho, siete. No, creo que eran once.. a ver…
La cuestión era que no iba a pagar un flete por tan pocas cuadras.
Pero bueno, ahora llego, pongo las piedras alrededor del dec, me tomo un analgésico y antiinflamatorio. Después me acuesto un rato y listo. Renovada para empezar.
Aunque, si no voy a buscar el abono para las plantas y el resto de tierra para el ficus, se me van a secar. ¡Y la verdad, es que con todo lo que me gasté…!
Voy, total después, a la noche, me doy un baño bien calentito, me tomo unas pastillas para dormir y al otro día estoy como si nada.
Y ahí, sí, cuando me levanto, me tomo unos mates en el dec del balcón.
Aunque no creo que haga a tiempo, porque tengo que estar temprano en el trabajo.
Bueno, entonces, cuando vuelva.
Ahhhhh!!!, pero me olvidaba que tengo que cambiar las macetas de las últimas plantas que compré para que queden todas iguales…¡qué macana!.....
Porque ni loca dejo esas macetas de plástico al lado de las de cerámica pintada, que están tan lindas.
Total, cuánto pueden pesar cuatro macetas de cerámica de las que hay en el vivero que está acá nomás, a diez cuadras.
Así que voy a hacer eso. Ni bien me levanto, paso antes por el vivero y llevo las plantas para que me las preparen. Y cuando vuelvo del trabajo, las paso a buscar. Les pido que las pongan en dos bolsas bien reforzadas y joya. Y casi las pago con lo que me ahorro de flete.
Y ahí sí, una vez que esté todo como a mí me gusta, me tomo unos mates en el dec de mi balcón.
Aunque…