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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

sábado, 19 de febrero de 2011

Diferencias


Él se baña en espuma y yo en palabras.
Él se revuelca en las olas y yo en las hojas de un libro.
Él se divierte con amigos y yo navego por el mundo virtual.
Él se come la vida y yo la saboreo (¿?)
Él es práctico.

A los 91 años, con los dos dedos en "V"

La otra noche lo fotografié. Mi hijo Martín quería teñirle el pelo de fucsia porque estaba aburrido (“unas mechitas nomás” - me decía), pero no lo pensé adecuado, por si algún día lo tenemos que internar y…qué van a decir!!!. Sin embargo me pareció divertido ponerle sombreros y hacer una buena sesión de fotos, casera, con un mínimo de estética. A mi papá le encantó la idea y con Martín nos pusimos a preparar – en la cocina - un fondo de telas y tules de colores, con los que yo trabajo en los talleres.
Mi viejo estaba feliz, con sus 91 años y la alegría de hacer algo que rompa su rutina.  Cuando comenzó la sesión, le pedí que pusiera los dedos en V porque era “para que Cristina lo viera por la internet”. Si bien él viene del socialismo marplatense, nunca adhirió formalmente a un partido político, pero lo cierto es que cuando ve a Cristina – por algún motivo – se le iluminan los ojos.
Yo tenía unos sombreros que traje de México y otros que uso para trabajar con las maestras. Uno muy bonito de la época en la que las mujeres comenzaron a votar en los EEUU, a lo Virginia Woolf. Le pregunté si quería ponérselo y me dijo que sí. Después de algunas fotos, me di cuenta de que seguía con los dedos en V; entonces le dije que cambiáramos de posición, que “Cristina ya iba  a estar conforme con todas las que habíamos sacado”. De todo modos, él seguía sonriendo y preparado para todo lo que le propusiéramos.  Martín trajo una guitarra y lo fotografiamos como un auténtico mariachi. Después invitamos a mi marido, que también se prestó, a pesar de estar tirado en el sillón viendo el partido de Racing.
Antes de irme a dormir, subí las fotos en el Facebook y etiqueté a la familia para que cuando se despertara a la mañana del domingo tuviera una grata sorpresa

lunes, 14 de febrero de 2011

CAÍDAS A LOS 56

La primera caída que tuve a los 56, fue tan ridícula como escandalosa. Allá por Mendoza  frente a unas 80 docentes, mientras dictaba una capacitación en lenguajes expresivos. Volé por los aires en medio del salón y luego de unas carcajadas incomprendidas por mi público, retomé la seriedad y seguí trabajando hasta que llegó la ambulancia. 
La segunda  - de mayor envergadura, rodeada de autoridades de todas las provincias en la quinta de San Fernando en el Ministerio, en donde alguna vez caminaron, Sarmiento, Perón y Evita. En ese momento, mis chatitas resbalaron haciéndome caer de coxis, ante el asombro de cada una de las mesas en las que se trabajaba denodadamente en la lectura de un proyecto de ley. Sé que ese día salió el 56 a la cabeza.
Hoy, en el día de los enamorados, tuve la "no hay dos sin tres". Fui con mi marido a la laguna LA BRAVA para sacar nuestro bote del agua.
 Yo le dije: -  ¿necesitás ayuda? (para no parecer la rubia tonta que todo lo mira y en nada participa)
El me dijo: - Dale...si querés subite al trailer, así me hacés contrapeso y lo puedo llevar hasta el agua (como para no sentirse el marido de una rubia tonta que todo lo mira y en nada participa)
Yo fui muy entusiasmada (como si fuera una joven aventurera). Me subí y cuando me quise apoyar en uno de los soportes, fue tarde para darme cuenta de que no estaba fijo y por lo tanto, no me sostenía. Perdí el equilibrio y caí hacia adelante desde la posición vertical de parada. En medio del trayecto hacia abajo me esperaba el travesaño (un caño de unos 10 cm. de diámetro), que se encontró con mis costillas antes que con mis manos. De pronto, creí que no iba a poder respirar nunca más; al igual que en los otros golpes, se me iban apareciendo las obligaciones que quizás debía postergar y la cantidad de problemas en los que me estaba metiendo. 
Pero era el día de los enamorados. Y mi marido, muy paciente (aunque culposo y muy preocupado en su interior), me fue ayudando a respirar de a poco...me habló al oído y me pedía dulcemente que me relaje y que no sienta miedo...que ya iba a poder respirar. Pasado el susto, fuimos a la clínica con hielo en mi diafragama y recorrimos un trayecto de 30 km, de los cuales quince eran de tierra y pozos. 
Placa bien; ecografía bien.... nos fuimos a almorzar al frente de la clínica y ahí siiii... a festejar el día de los enamorados. Al rato vino el Dr. López, un médico amigo y en el baño de los hombres, me puso una faja para que pudiera llegar hasta mi casa dignamente. 
Como no puedo hacer otra cosa que estar en la cama esperando a que el dolor se pase....comparto este grato momento armando un blog al que quién sabe qué destino le espera,  porque ya no me queda cara para contarles que OTRA VEZ soy noticia por el mismo acontecimiento.