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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

domingo, 15 de mayo de 2011

Mirada fragmentada

Bajo del subte en la estación Pueyrredón.
Hora pico.
Subimos la escalera mecánica cientos de cientos.
 Apretados, callados, quietos.  
Y otra vez, lo mismo.

Somos montones de marañas de pelos para hacer colchones,
inmensos ríos de sangre envasada en contenedores de distintas formas y tamaños,
un mar de tripas rellenas de excremento,
pilas de huesos con las que se podría construir una gran torre,
miles de agujeros de los que entran y salen cosas de distintos tamaños,
una montaña de corazones moviéndose al compás de los latidos,
montones de uñas con las que llenaríamos frascos de vidrio para decorar;
cantidades de bolas de ojos húmedas y silenciosas.

Salgo, me alejo de gente y  los fragmentos se juntan. Vuelven a aparecer las personas.
Así de deshumanizante es la escalera mecánica del subte, en una hora pico.

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