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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

lunes, 22 de agosto de 2011

LA GESTA DE LLEGAR CON LOS SOQUETES BLANCOS



Tenía que dar una conferencia en la provincia de La Rioja  y varios talleres acerca de la educación los niños más pequeños. Fue tan bien recibida que, además de haber sido declarada ciudadana ilustre, el intendente le dijo al Secretario de Turismo que – antes de dejar la provincia  - la llevarán a conocer las bellezas naturales del lugar. La pasarían a buscar a la madrugada para ir a Talampaya, gran espectáculo de la naturaleza, si los hay en esta tierra.
Nunca hace frío en Talampaya. O casi nunca, al menos así se lo habían expresado. Y como la semana anterior le habían dicho que en La Rioja había una elevada temperatura, llevó ropa adecuada para la ocasión. Sólo que los temblores que acontecieron unos días antes hicieron que la temperatura que había al llegar disminuyera raudamente. Por lo que – de cuarenta y cinco grados se llegó a ocho, de un día para el otro.
Cuando la fueron a buscar para la tan ansiada excursión subió a la camioneta dormida, aunque entusiasmada. Y en la primera parada, cuando se bajó para sacarse una foto con los baqueanos del lugar, todos  se asombraron al ver que llevaba unas sandalias de taco chino y unos soquetes blancos y recién estrenados que no parecían adecuados para el barro rojo de La Rioja que – cuando llueve – se hace como una arcilla ideal para modelar esculturas o cositas por el estilo.  Si bien no fue un reto el que le dio la Directora de Educación del Municipio que gentilmente la acompañaba, su grito sonó como tal haciendo que La Pajarona intentara justificarse, diciendo: - ¡es que no imaginaba que iba a hacer tanto frío y me traje unos soquetes por si acaso! Consideró que no hacía falta explicar lo de las sandalias de taco, ya que este viaje no había sido programado para la aventura. Solo era un viaje de trabajo, como tantos otros.
Finalmente, en uno de los días más fríos que se hayan registrado en  Talampaya y ante esa llovizna insistente recorrieron el lugar, todos caminando, ella patinando, aunque intentando disimular sus deslizamientos como mejor podía.  
Todo podría haber transcurrido en ese silencio que sólo rompían algunas risas disimuladas, dado que La Pajarona no dejaba de ser la especialista que había ido a dictar una conferencia a la provincia. Hasta que en una de las paradas, se cruzaron con unos hombres extranjeros que salían de su camioneta y se disponían a recorrer el lugar, luego de tomarse un vasito de tequila.
Una vez que ellos divisaron a La Pajarona, se le acercaron y haciendo uso de su media lengua española le dijeron algo así como: -¿no nos dejaría sacarnos una foto con usted, con ese calzado tan  inadecuado que trajo para la excursión? Y La Pajarona, lejos de achicarse, aceptó primero un vasito de tequila y luego, posar para una foto con los extranjeros que, seguramente estará formando parte de algún álbum de curiosidades, allá por el continente europeo.   
Pero lo más interesante de esta historia no fue el calzado inadecuado. Fue la gesta de La Pajarona, que se había propuesto salir de ese episodio con todos los honores. Y  para lograrlo, su gran trofeo sería llegar a la camioneta con los soquetes blancos. Por lo que la ridiculez se desplazó del eje del calzado inadecuado  a los intentos de mantener el par de soquetes vírgenes de toda mancha.
¡Y lo logró! Claro que lo logró. Ayudada por el Secretario de Turismo y la Directora de Educación, La Pajarona – tomada del hombro de cada uno de ellos – como en una pista de hielo, pasito a paso y con la frente bien alta logró llegar indemne a la camioneta.
¿Se puede transformar la ridiculez en una gesta?
Otra pregunta inadecuada.

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