Vistas de página en total

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

lunes, 14 de febrero de 2011

CAÍDAS A LOS 56

La primera caída que tuve a los 56, fue tan ridícula como escandalosa. Allá por Mendoza  frente a unas 80 docentes, mientras dictaba una capacitación en lenguajes expresivos. Volé por los aires en medio del salón y luego de unas carcajadas incomprendidas por mi público, retomé la seriedad y seguí trabajando hasta que llegó la ambulancia. 
La segunda  - de mayor envergadura, rodeada de autoridades de todas las provincias en la quinta de San Fernando en el Ministerio, en donde alguna vez caminaron, Sarmiento, Perón y Evita. En ese momento, mis chatitas resbalaron haciéndome caer de coxis, ante el asombro de cada una de las mesas en las que se trabajaba denodadamente en la lectura de un proyecto de ley. Sé que ese día salió el 56 a la cabeza.
Hoy, en el día de los enamorados, tuve la "no hay dos sin tres". Fui con mi marido a la laguna LA BRAVA para sacar nuestro bote del agua.
 Yo le dije: -  ¿necesitás ayuda? (para no parecer la rubia tonta que todo lo mira y en nada participa)
El me dijo: - Dale...si querés subite al trailer, así me hacés contrapeso y lo puedo llevar hasta el agua (como para no sentirse el marido de una rubia tonta que todo lo mira y en nada participa)
Yo fui muy entusiasmada (como si fuera una joven aventurera). Me subí y cuando me quise apoyar en uno de los soportes, fue tarde para darme cuenta de que no estaba fijo y por lo tanto, no me sostenía. Perdí el equilibrio y caí hacia adelante desde la posición vertical de parada. En medio del trayecto hacia abajo me esperaba el travesaño (un caño de unos 10 cm. de diámetro), que se encontró con mis costillas antes que con mis manos. De pronto, creí que no iba a poder respirar nunca más; al igual que en los otros golpes, se me iban apareciendo las obligaciones que quizás debía postergar y la cantidad de problemas en los que me estaba metiendo. 
Pero era el día de los enamorados. Y mi marido, muy paciente (aunque culposo y muy preocupado en su interior), me fue ayudando a respirar de a poco...me habló al oído y me pedía dulcemente que me relaje y que no sienta miedo...que ya iba a poder respirar. Pasado el susto, fuimos a la clínica con hielo en mi diafragama y recorrimos un trayecto de 30 km, de los cuales quince eran de tierra y pozos. 
Placa bien; ecografía bien.... nos fuimos a almorzar al frente de la clínica y ahí siiii... a festejar el día de los enamorados. Al rato vino el Dr. López, un médico amigo y en el baño de los hombres, me puso una faja para que pudiera llegar hasta mi casa dignamente. 
Como no puedo hacer otra cosa que estar en la cama esperando a que el dolor se pase....comparto este grato momento armando un blog al que quién sabe qué destino le espera,  porque ya no me queda cara para contarles que OTRA VEZ soy noticia por el mismo acontecimiento. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario