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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

viernes, 6 de mayo de 2011

Los últimos nuncas


Nunca voy a poder maquillarme bien.
Nunca voy a tener las uñas largas y prolijas.
Nunca voy a dejar de tirar el mate cuando estoy en la cama.
Nunca me voy a olvidar algo luego de salir de casa.
Nunca voy a resignarme a que mi marido deje el toallón húmedo sobre la cama.
Nunca voy a dejar de hablar hasta por los codos.
Nunca voy a decir la palabra justa en el momento indicado.
Nunca voy a dejar de estar callada en un ambiente hostil.
Nunca voy a dejar de ser explicativa a la hora de poner límites.
Nunca voy a dejar de ser romántica.
Nunca voy a dejar de ver la vida de colores intensos, aunque sé que hay pasteles.
Nunca voy a dejar de asombrarme por la obviedad.
Nunca voy a decir no, sin dar cien vueltas antes.
Nunca voy a dejar de amar y odiar la tecnología, al mismo tiempo.
Nunca voy a salir a la calle sin peso en la mochila.
Nunca voy a viajar tan sólo con un abrigo.
Nunca voy a lucrar con lo que debería.
Nunca voy a dejar de sentirme alumna.
Nunca voy a dejar de ser una hija obediente.
Nunca voy a dejar de sentir culpa, por si hice algo indebido.
Nunca voy a dejar de necesitar afecto y reconocimiento.
Nunca voy a dejar de amar casi irracionalmente.
Nunca voy a dejar de simular lo tanto que amo, para no apabullar.

Parece que me lo hubiera propuesto, pero no son premisas, ni promesas, ni propósitos.
Son sólo imposibilidades.
Hoy empieza la lista de “quizás” y mañana la de “siempre”.

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