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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

lunes, 14 de marzo de 2011

No me olvides


Todo se presenta como un gran cuadro...

Un banco de madera con las patas de hierro forjado sostenidas al piso, una niña.

Varios bancos iguales a su alrededor, cada uno con una niña sentada esperando ansiosamente que le repartan la tarea.

Al frente, una maestra de primero, con su cabello y su cuerpo cubiertos por pesadas telas negras que cuelgan hasta el piso, y pecheras y binchas de telas blancas que al tocarlas, parecen de yeso.

El mes de octubre entrando sin permiso por una ventana que ha quedado abierta irrespetuosamente en el aula, moviendo atrevido, los flequillos de las niñas y casi despeinando algún pelito que escapa de las trenzas duras y compactas que con tanto esmero, obedeciendo a las reglas del colegio, han preparado sus madres a la mañana muy temprano.

El tercer día viernes del mes, que anuncia un fin de semana distinto teniendo a las niñas ocupadas en el mismo banco en el que otros viernes aprenden a sumar entusiasmadas y fruncen el seño cuando aparecen las cuentas de restar.

Y un anuncio terminante: - ¡hoy vamos a cerrar todos los cuadernos y a dejar los bancos vacíos para la siguiente actividad! –

Detrás, una explicación por demás obvia, aunque necesaria. - ¿Se acuerdan de las tarjetitas que escribieron la semana pasada en la hora de Lengua para su mamá?, me he encargado de revisar una por una para que no haya ninguna falta de ortografía – Ahora se las voy a entregar y vamos a pegarle sobre el costado derecho, unas flores de “No me olvides” que la hermana Hortensia con mucho cuidado sacó del Jardín del colegio -

Un reparto de tarjetas en el que las niñas habían escrito las mismas palabras, dictadas por la maestra para regalar a sus madres el día domingo. En lo único que diferían unas de otras, era en el nombre, que debía estar escrito justo en la parte de abajo, del lado izquierdo, para dejarle espacio a la flor.

La misma voz, mencionando uno y otro nombre, a medida que las niñas se levantaban para buscar su tarjeta. – Estela, ¿a ver qué dice acá? ¡muy bien!: “Felicidades en tu día, mamá. Te quiere mucho. Estelita “, María Inés “Felicidades en tu día, mamá. Te quiere mucho. Inesita” - .

Una sorpresa, la de la niña sentada en el banco al escuchar con voz irónica y burlona - ¿Quién es Patito? - y nadie respondiendo.

Otra vez la voz que insistente y enojada vuelve a preguntar. - ¿Me quieren decir quién es Patito? -

Y una trampa mortal que anuncia un final ineludible.
– Está bien, voy a seguir repartiendo las tarjetas y cuando todas las niñas tengan la suya en sus bancos, nos daremos cuenta indefectiblemente de quién es Patito –

Una niña, con las trenzas tan finitas como sus piernas, y la cara colorada avanzando hacia las orejas, que levanta su mano y dice con voz disfónica y casi imperceptible: - ¡esa tarjeta es la mía! -

Una maestra inquisidora que insiste en descubrir el motivo de semejante trasgresión. - ¿no sabía que tenías el nombre de un animal?, ¿se puede saber por qué, Patito? Vení, acercate al frente así le contás a todas tus compañeras - .

Un momento, que quedará en la memoria de esa niña y será el motivo de una anécdota que su madre contará años tras año, los terceros domingos del mes de octubre. – Yo puse patito, porque así es como me dice mi mamá en secreto cuando me levanta a la mañana para venir al colegio –

Unas flores “No me olvides”, que se encargan de sellar ese recuerdo para siempre.

Una caja, en la que después de tantos años sigue guardada la tarjeta, con las flores marchitas y el Patito siempre en el mismo lugar: abajo y a la izquierda.

Una mujer, que al fin descubre, por qué la S de su firma se asemeja a la de un pato. Una madre que ya no está y un Patito, que saldrá de la laguna del olvido, cada tercer domingo de octubre y volverá a ser anécdota generación, tras generación.

1 comentario:

  1. Amo tus cuentos, tus dibujos y canciones mamuchi!! te falta nada más dar concierto por twiter!! te amo! Li.

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