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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

sábado, 26 de febrero de 2011

MI LUGAR EN EL MUNDO

Nueva, en el barrio de Palermo, mi intención es hacer lo que nunca hice: conocer a los vecinos. Tampoco la exageración de ir a presentarme y aparecerme con una torta como en las películas que uno veía de chica, esas del gran sueño americano. Pero, no sé por qué, es algo que va saliendo solo y tiene un sabor como el del segundo o tercer mate en un día, al reparo de la lluvia. .
El otro día – como estaba en plena mudanza y aún no tenía luz ni gas – necesitaba tomarme unos mates desesperadamente a la mañana. Salí por el barrio y como no me animé a entrar al bar en el que el día anterior había desayunado, decidí ir a una estación de servicio; pero cuando iba en camino, pasé por un lugar que era como un bar, pero no lo era; como una librería, pero no lo era; me asomé a ver de qué se trataba, llamada por los libros que se divisaban en unos estantes y un señor bastante mayor me preguntó si necesitaba algo. Le dije que no, que como era nueva en el barrio estaba mirando y, que como me gustaban los libros….Él me invitó a pasar y me dijo que ese era un centro cultural….(cierto!, lo había visto el año pasado y me había llamado la atención) que se llamaba “Amigos de Eladia Vlázquez”. Le pregunté que qué actividades hacían y me dijo que en esa mesa estaba el profesor de teatro, que me iba a poder informar mejor…qué bueno, le dije, yo tenía pensado hacer algún taller. Me lo presentó – era un hombre más o menos de mi edad – y me dijo..bueno….tanto como profesor de teatro!!...¿tiene un ratito para que le cuente? ; le dije que sí, que en realidad estaba buscando llenar el termo con agua caliente; entonces pegó un grito a Don Pablo (el primero que me había atendido) y le dijo que me buscara agua. Cuando estábamos comenzando a hablar, entra un hombre también mayor, vestido como de enfermero, con unos pantalones blancos y una bata celeste impecable; se sienta en una de las mesas y le grita a Don Pablo: “un café con leche y dos medias lunas”. El profesor de teatro me dice que es un juego, que ahí no se sirve el desayuno, que es un chiste que el enfermero hace todos los días, que quizás en algún momento…. y me invita a recorrer el lugar.
Me cuenta en dónde va a estar el buffet, la sala de radio (que es un proyecto que ellos tienen hace tiempo), la sala de teatro, un patio muy grande en donde imaginan que se hará una parrilla para que la gente del club…¡claro!...porque no era un centro cultural; ahora recuerdo que era un Club de amigos de…. bueno, para que la gente del club disfrute de unos ricos asados.
Nos sentamos en una de las salas y el profesor de teatro me cuenta algo de su historia: resulta que yo soy profesor de lengua y literatura, pero usted vio que hace pocos años el teatro es una carrera que se estudia; en realidad, no hace falta tanto título para dar clases. Yo hace muchos años trabajaba en Puerto Madryn vendiendo distinto tipo de maquinarias; compraba, vendía, hacía cuentas, y esa era mi vida. Hasta que una vez – mientras leíamos el diario con un amigo – él mi dijo que yo no sabía leer. ¿Cómo que no sé leer? , y ahí me di cuenta de lo que me había querido decir, ¡mi amigo tenía razón!, yo leía pero en realidad, no interpretaba; y así fue como comencé a estudiar el profesorado. Más adelante, acompañé a mi esposa – que era docente - a una escuela rural en donde ella daba clases y ni bien llegamos, a ella la recibió con mucha efusividad una nena down; se le colgó del cuello diciéndole: “Estelita, Estelita” y yo pensé que era eso lo que yo quería; que comprar y vender lo podía hacer cualquiera, pero eso no.
Yo le pregunté cómo se sustentaba el club y él me dijo que ese lugar había sido una antigua farmacia (y me mostró una caja fuerte que aún no han podido abrir y tienen la intriga de saber qué hay adentro) y que la idea de ellos era ir haciendo socios. Entonces imaginaba que si alguien entraba para tomar algo, le iban a decir: ¡no..este lugar es para socios!, y entonces, la gente se iba a asociar, porque sólo iban a ser diez pesos por mes. Quién iba a decir que no!!!
Y bueno, al rato llegó el agua caliente de la mano de una señora muy seria que me miró con desconfianza y volvimos al salón en donde estaban Don Pablo y el enfermero. Y este último le dice al profesor: ahhhh!!!, cuando vienen de cincuenta para arriba me las pasás a mí, pero cuando son más jóvenes las atendés vos!!. A lo que yo le contesté que era mayor de cincuenta y que incluso tenía más edad que el profesor. Luego nos presentamos. Le conté al enfermero que yo capacitaba docentes pero que lo que más me gustaba era contar y escuchar historias; entonces me dijo que él era catamarqueño, poeta y profesor de Educación Física; y que tenía una historia muy interesante para contar. Yo le dije que si quería, iba un día con un grabador y la escuchaba; y que después la podíamos escribir.
No sé cómo les conté que mi papá tenía 91 años y era de Mar del Plata, entonces a Don Pablo se le iluminaron los ojos y me dijo que su tío Vicente había sido el peluquero del Casino durante cincuenta años y yo le dije – más entusiasmada aún – que mi papá había trabajado toda su vida en el Casino. Mientras tanto el profesor se fue hacia un estante y me trajo una obra de teatro escrita por él. Y el enfermero dijo…¡pero si podríamos hacer la obra Los aeroplanos de Gorostiza!!!! El profesor se entusiasmó y fue a buscar alguna copia, pero el enfermero le dijo que se quedara tranquilo, que él tenía una y que me la iba a dar cuando yo fuera con el grabador.
Entré por curiosidad y salí con el agua caliente, una obra de teatro en la mano y la promesa de hacer Los aeroplanos!
Cuando volví a Mar del Plata, le pregunté a mi papá si se acordaba del peluquero del Casino, y me dijo….ahhhh!! siiiii!, ¡cómo se llamaba…? ¡Vicente!!! un hombre muy charlatán, al que todo el mundo quería mucho…y mi marido me dijo: me parece que está encontrando tu lugar en el mundo.

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