Intentás poner la mente en blanco y para eso utilizás los números de uno en uno, de diez en diez hasta que te perdés en alguna imagen que te invade a pesar de tus esfuerzos por contar.
Entonces, en vez de números, pensás en ovejas que saltan una y otra vez aquella verja que te enseñaron de niña. Aceptás la imagen con tal de que las ovejas salten rítmicamente al uno, dos, tres, cuatro. Pero de pronto una de las ovejas es de otro color, otra se tropieza y cae en el barro, otra se transforma en lobo y se ríe como hiena a carcajadas. Y te das cuenta de que tu mente está repleta de colores y el blanco es tan sólo una ilusión y no podrás lograrlo.
Dada la imposibilidad, pensás en sostener una imagen tranquila y agradable y te imaginás flotando en el mar en un día de sol. Y te aferrás a esa imagen lo más que podés, pero de pronto, el sol te quema la piel rabiosamente y la colchoneta se pincha y te comenzás a ahogar.
Intentás reponer la imagen, pero se te filtra la cuenta de gas que no recordás si pagaste y la contadora a la que no fuiste y que no entregaste el informe que te pidieron hoy a la mañana y que tal vez la felicidad que tenés se vea amenazada por alguna desgracia y que puedas quedarte sin trabajo y que el mundo pueda entrar en guerra y la tierra comience a temblar. Y te tranquiliza saber que ya todo está perdido. Y respirás profundo y te quedás dormida.
En los pequeños actos de la vida cotidiana suceden las cosas que verdaderamente nos importan. Las rupturas y discontinuidades que irrumpen cada día son las que hacen que los recordemos a unos, más que a otros. Mi intención en este blog, es la de acopiar historias, relatos, reflexiones, anécdotas, sensaciones que privilegien el día a día, para que alguna vez puedan ser contados.
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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA
ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA
Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.
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