Vistas de página en total

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

lunes, 7 de marzo de 2011

Estampas de carnaval

Las bombitas de agua que íbamos preparando en fuentones.
Los pomos de goma que nos regalaba Pancho Scarpatti.
El disfraz de Rita Pavone , el de bruja, el de Hawaiana.
El nene al que disfrazaron de sifón.
Los gritos de las mujeres a las que les tirábamos lanza perfumes en las piernas, mientras bailaban el tango en el club Quilmes.
Mi primo Lalo enojado en una mesa del club porque mis otros primos le hicieron tomar su orina diciéndole que era cerveza.
Las veces que mi mamá me hizo ganar concursos de baile y de disfraces porque era quien los organizaba.
Subir al escenario a recibir premios mal ganados y no poder delatar a mi mamá.
Mi mamá conversando con cuatro o cinco amigas en un cuartito de club Quilmes, mientras llenaba bolsas de papel picado.
Mi tía Coca vendiendo cotillón junto con mi mamá.
Mi tía Coca dándome papel picado o serpentinas cada vez que me ponía frente al quiosco.
Mi mamá dándome lanza perfumes cuando mi tía no estaba. Los lanza perfumes eran caros.
El cuartito en el que mamá escondía a mis amigos para pasar del carnaval infantil al de adultos sin pagar.
Subir al escenario en los carnavales de la noche a bailar con “The cos combo” (así me sonaba de chica) o con las comparsas que venían de Brasil.
Mis padres bailando el tango a las tres de la mañana.
Mi padre bailando el tango con la hermana de la peluquera y mi mamá celosa.
Cuando me escapé en pleno carnaval para hacerme un disfraz de hippie. Un vaquero cortado, desflecado, piernas y brazos pintados con una birome. Flores y símbolos de la paz. Querer ser petisa como “la petisa Rimoldi”, porque era más graciosa que yo.
Las fiestas en la quinta de los Piantoni para festejar el cierre de los carnavales.
Mi papá tirando a Pirucha Piantoni a la pileta, toda vestida, con peinado de peluquería. Y ella llorando.
Unos pibes que me hicieron salir del local en el que trabajaba y me tiraron flor de baldazo, mi vestido transparente. Lindo cuerpo, dentro de todo. Papelón. Frío.
Esperar horas para salir del trabajo, allá por la loma de Colón, porque desde arriba te tiraban sifones.
El pata pata de Miriam Makeba.
El limbo rock.
La cumbia, el Twist.
Negra no te vayas de mi lado.
“Yo tenía diez perritos” que cantaba Tatín, el chiquitín, el regalón.
Los discos que después quedaban en mi casa.
El último carnaval, cuando un novio mío llegó de su viaje a Córdoba y yo sólo esperaba el momento en el que viniera a sacarme del club para ir a bailar a Constitución.

No hay comentarios:

Publicar un comentario