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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

martes, 21 de junio de 2011

I' RITA


Lo miré, como diciéndole que me jodía lo que me estaba diciendo. Pero, en realidad sé que tenía razón. Lo que pasa es que si cedo, después me lo tengo que bancar con el cantito de  que siempre tiene la razón.
Él me miró, como diciéndome que sabe que yo no me la creo, pero en realidad seguro que se sentía un hincha pelotas por decirme siempre lo mismo, así que se calló.
Después le ofrecí unos mates, como dejando claro que ahí se terminaba el tema, que ya está. Y él me dijo que no tenía ganas, que tenía acidez. Pero en realidad, sé que mi mirada lo había enculado y no podía dejar de pensar.
Después se hizo un té, como dándome a entender que es mejor dividir las aguas y cada uno con la suya. Entonces yo le  ofrecí una hojitas de cedrón que tenía secas en la mesada de la cocina, porque ya me estaban jodiendo ahí arriba desde hace días. Y de paso para apaciguarlo.
Él no aceptó, como quien te dice que no necesita un té calmante o sedante y me dijo que,  igual, gracias.  Pero un gracias que sonaba como un “déjame de joder”.
Y se fue a ver la tele con un té común. Sin mirarme, como expresando cierta distancia entre los dos. La forma de sentarse era la de quien se dispone a ver la nada y dejar el piloto automático.
Puso un programa neutro, de esos de actualidad, en el que coincidimos, como para no seguir con la hostilidad que se respiraba. Sabía que si hubiera puesto futbol la cosa iba a empeorar. Así que le insistí con los últimos mates y me dijo que sí, como para sacarme de encima.
Entonces me fui a la cama, para dejarle claro que me daba cuenta que quería estar solo. Al rato llegó al cuarto y se metió en la cama sin ropa. Yo estaba bien de mi lado, como para no tocarle ni los pies. Pero se ve que él estaba decidido a arremeter con todo. Así que le dije bien claro:
-¿qué te pasa?, ¿y ahora te acercás?
Y no puedo creer lo que me contestó:
- y….yo muchas ganas no tengo, pero como te me estuviste insinuando desde que llegué, sabés que para eso, soy un soldado.
 Por la cara que puso cuando terminamos creo que estaba pensando en otra. Yo pegué unos gritos de placer inigualables, pero en realidad, no podía dejar de pensar todo el tiempo por qué me despreció las hojitas de cedrón que le había ofrecido.
Ahora está roncando. Y eso es literal. Reflexión: cero.

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