En homenaje a esa ingenua romántica que llevamos dentro.
Todas . ¿O casi todas?
Esa noche cenamos riñoncitos al vino blanco.
Él ya no lo recuerda, pero no importa. Yo sí, aunque pasaron veintisiete años.
Hablamos de la pareja, de nuestro matrimonio reciente.
Y de nuestra edad.
De la preocupación de mis veintiocho años (y sus veintiséis) ¡y aún, sin tener hijos!
Fue la noche más romántica de mi vida.
El antes y el después del que siempre se habla en todas las conversaciones importantes.
Y en las películas.
La vez en la que tomamos la importante decisión de ser padres, de comenzar a ser tan imprescindibles como vulnerables, aunque no lo sabíamos, claro.
Fue un momento resolutivo y contundente en un entorno de dulzura y entrega que sólo los riñoncitos al vino blanco podían acompañar.
Si bien era un restaurante medio pelo, grande y un poco frío, era el que podíamos pagar. Y no nos importaba ni el barrio en el que se encontraba, ni la calidad de la comida, ni la atención de los mozos, aburridos y esperando que nos fuéramos para cerrar.
No teníamos un presente cómodo, es cierto. Pero sí un futuro eterno y promisorio. Y como los hijos siempre llegan con un pan bajo el brazo….
Jamás voy a olvidar cuando, sobre el final de la conversacion, le pregunté, como para ir concluyendo:
-Entonces, ¿me saco el Diu? (dispositivo intra uterino)
Y él, mirándome a los ojos (creo) me contestó:
- Ma…sí….sacátelo!!!
¡Ma…sí…sa…cá….te…lo!!! Todavía me suena como una canción: masisacátelo, masi sacáte lo, maaaasiiiiisa…cáaaatelo…..
Pura poesía en sus labios. Y de las buenas. Maaa....siiiii...sacátelo....ritmo, melodía, amor....
¡Cómo podría vivir sin él!
Genial! maravilloso leerte contagia de felicidad, tanto amor, tanta belleza en esa pareja de novios eternos, reivindicadores del matrimonio
ResponderEliminarChe, entro a leer movilizado por mi ego, creyendo que este relato es sobre MI nacimiento y no! es sobre el eterno amor de mis padres! Acá no hay edipo que valga, para colmo termino emocionado, como cada vez que entra al blog.
ResponderEliminarAsí que riñones al vino blanco, lindo preambulo para mi existencia. Ah, por suerte lograron ser más iprescindibles que vulnerables. Un beso viejita!
No se porque mi comentario aparece como Silvia Laffranconi. Claramente soy Guido Villaverde! que la gente no se confunda.
ResponderEliminar