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ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA

ESCRITURA ESPONTÁNEA Y ROPA VIEJA Unas veces, salen sin pedir permiso y te piden que las pongas en algún lugar, como si estuvieras hablando y a las palabras se las llevara el blog. Otras veces, las encontrás en borradores que habías descartado y las ponés así, revueltas, desordenadas, como la ropa vieja que se cocina con lo que quedó de la noche anterior. Palabras que desean tocar, pellizcar, acariciar, poner la oreja y encontrarse con otras que al igual que ellas desean salir de alguna garganta.

lunes, 28 de febrero de 2011

Confesión

Siempre tuve celos de ella. Fue su primer amor y a esa realidad, no hay manera de cambiarla. Después nos conocimos, nos casamos, hicimos una familia; él dejó de verla por un tiempo. Claro, la crianza de los chicos, los fines de semana ocupados en divertirlos y jugar con ellos, lo distanciaron de ella. Pero una vez que pasó el tiempo de la crianza, inevitablemente, volvió a su primer amor. Y se terminaron los fines de semana en familia; se terminaron los paseos en el auto y las salidas al parque Camet. ¡Con lo bien que lo pasábamos juntos, tomando mate y viendo a los chicos crecer! Pero yo no tenía manera de competir con ella, siempre más atractiva, proponiéndole acción, adrenalina…¡tanto lo seducía!!!! Si hasta lo he visto mientras se miraba en el espejo cómo ensayaba seducirla!!!! ¡Cuánto descaro!!
Recuerdo las veces que lo agarré in fraganti, cuando lo llamaba por teléfono para ver si le faltaba mucho para venir y del otro lado, lo escuchaba jadear, tratando de juntar aliento para contestarme, como si nada hubiera ocurrido.
Fue así como comencé a ocupar mis fines de semana estudiando. Hice dos carreras a parte de las que había estudiado en mi juventud. Y ella siempre firme, presente, desafiante. De a poco, comencé a ceder, a tratar de comprender que yo jamás iba a poder darle a él, lo que ella le ofrecía y comencé a hacer terapia. Pero fue inútil, si hasta la terapeuta le daba la razón a él!! Yo jamás podría competir con ella. Y hasta me sugería que lo comprenda!, que los hombres….
Ahora que paso más tiempo en Buenos Aires y nos vemos menos, él pasa cada vez más tiempo con ella. Y hasta tiene el tupé de compartirla con sus amigos.
Y aquí, en la noche, extrañándolo, no entiendo cómo una raqueta puede más que yo.

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